Las obligaciones laborales de los progenitores obligan a que los niños almuercen en el colegio no sin ello provocar cierta inquietud en el seno familiar. ¿Comerá bien?, ¿cómo debe cenar para complementar la dieta del colegio?, ¿qué ocurre con los niños glotones?, ¿y con los inapetentes? Todas estas son preguntas que los padres se hacen muy a menudo. Voy a tratar de responderlas.
Hay varios puntos que deben ser revisados antes de dejar a los niños a comer en el colegio. El primero es el tipo de menú que se sirve :
- Los primeros platos siempre deben estar formados por alimentos "básicos", entendiendo como tales verduras, legumbres y cereales (alubias, arroz, lentejas, col, judías verdes, guisantes,pasta, acelgas, alcachofas etc)
- Deben haber muy pocos fritos.
- Es imprescindible la presencia de verduras frescas en forma de gazpachos y ensaladas.
- El postre siempre ha de estar formado por una o dos piezas de fruta, alternándolo o complementándolo con algún producto lácteo no azucarado o edulcorado : queso, leche, yogur.
- Las comidas se deben acompañar exclusivamente de agua y los niños deben disponer de la cantidad que deseen en todo momento. Si hay algún niño inapetente se deberá vigilar que no se sacie de agua antes de iniciar la ingestión de alimentos sólidos. Este es un punto que deberán indicar los padres antes de dejar a niños inapententes a comer.
- Los menús han de ser completos, esto es, que proporcionen todos los macronutrientes (lípidos, glúcidos y proteínas) así como micronutrientes imprescindibles (minerales y vitaminas). No es correcto que el menú de un día en particular se base en gran medida en los glúcidos, otro día en el consumo de muchas proteínas y otros sólo en el consumo de fruta y verdura. Tanto la cena como el desayuno deben respetar el correcto equilibrio de nutrientes, es decir, presencia de todos en la proporción adecuada.
- Los ingredientes deben ser de cierta calidad. No es correcto utilizar aceite, leche o carne de baja calidad. Se puede dar de comer muy bien a un niño con presupuestos simplemente correctos, especialmente si pensamos que las raciones que toman son mucho menores que en el caso de los adultos.
- La sal, salsas, alimentos precocinados y el azúcar deberían estar muy poco presentes en los comedores escolares. Los saleros, azucareros, botellas de ketchup, mostaza etc deberían ser eliminadas.
- Las carnes carentes de grasa como el pollo y el pavo deberían ser predominantes sobre las carnes grasas como el cordero, la ternera o el cerdo (lo cual no quiere decir en absoluto eliminarlas puesto que todas son necesarias en la dieta del niño).
- Debería existir presencia de pescado de forma regular en formatos de fácil aceptación como son supremas empanadas, buñuelos de bacalao, croquetas de atún, ensaladas de legumbres y pescado, palitos de merluza etc.
- Los padres deberían tener la potestad de probar los menús a través de catas realizadas antes de que se inicie el curso o bien de forma presencial, a la misma hora que los niños, de una forma coordinada por la Asociación de Padres.
- Es importante que exista una variación contínua de los menús. Los colegios deben evitar el "hoy es lunes, por tanto tenemos brécol" y asi impedir la mala predisposición de los alumnos frente a determinados alimentos.
- No menos importante es cuidar el sabor y la estética de los alimentos. Si durante una cata de prueba los padres a duras penas pueden soportar el sabor de algún plato no podemos esperar que los niños lo acepten sólo por el hecho de que es bueno para ellos.
- Es importante que las Asociaciones de Padres y la Dirección de la Escuela se impliquen en la búsqueda del mejor menú posible. Pueden eliminar un plato precocinado por otro realizado con productos naturales, optar a la compra de productos ecológicos, mejorar las condiciones de los comedores...siempre es posible hacer algo mejor por la alimentación de nuestros hijos.
En segundo lugar, no menos importante, es el ambiente con el que se encontrará nuestro hijo en el comedor. El almuerzo escolar substituye un almuerzo que debería hacerse en familia. De la misma manera que como adultos nos vemos obligados a comer fuera de casa eligiendo el restaurante y la compañía que más nos agrada, lo mismo debe ocurrir con nuestros hijos. Estos son algunos puntos a tener en cuenta :
- Es importante que las mesas estén ocupadas por un máximo de 6 a 8 niños. Que todos ellos se lleven bien, que se hayan elegido como compañeros pero que los monitores hayan vigilado que no se producen exclusiones y que se respeten mutuamente.
- En algunos casos se han mejorado las condiciones cuando se han substituidos largas mesas por mesas redondas que permiten concentrar la atención de los niños en su comida y en sus compañeros habituales. La mesa redonda les aleja de otras mesas que pudieran ser causa de distracción.
- Es vital que el comedor escolar sea un lugar no diría silencioso pero desde luego poco ruidoso. El ruido molesta e impide disfrutar de la comida y del merecido descanso de los niños. Pensemos que los niños entran en el colegio a las 9 de la mañana y salen a las 5, un horario prácticamente de adulto. Necesitan relax durante al menos un par de horas. No es menos cierto que a menudo los comedores son salas grandes y muchas veces reverberantes (la reverberación es un eco producido por obstáculos próximos donde las ondas sonoras que van y las que vuelven se entremezclan creando una fuerte confusión). Es conveniente que dichas salas se acondicionen acústicamente con elementos absorbentes si fuera necesario (enmoquetar las paredes y techo podría ser una buena solución).
- El comedor es un lugar donde se aprenden normas de convivencia y normas de alimentación. Los monitores deben velar para que los niños se laven las manos antes de ocupar las mesas, utilicen correctamente los cubiertos, intenten no mancharse, respeten la comida de los compañeros y se sienten con una postura adecuada y sin levantarse. También es importante que puedan ver a alumnos de mayor edad y fijarse en su forma de comportarse frente a la comida (suponiendo evidentemente que se trate de un ejemplo positivo).
- La tarea de los monitores es esencial. Debería haber un monitor por cada cuatro mesas o para un máximo de cuarenta niños. Aparte de impartir las reglas de socialización deben ayudar a aquellos niños que tienen problemas con algunos alimentos y marcar el tiempo para el desarrollo de la comida. Lo que nunca deben hacer es ser estrictos y autoritarios, mucho menos tiránicos y desde luego que su misión no es conseguir que el niño se acabe la ración del plato. En muchos colegios se sigue indicando a los padres, como prueba de los hábitos alimenticios del niño, si éste ha tenido problemas en acabarse la comida. Esta indicación carece de cualquier valor a menos que sea el niño quien se sirve su propia porción - algo poco habitual por desgracia - o si la ausencia de apetito es indicativa de alguna enfermedad. Acabarse la ración del plato más allá del apetito que se tenga es una terrible tortura. Lo que sí es importante es que se coma de todo aunque al final la ración quepa en la palma de la mano. De nada sirve que un niño se hinche a macarrones si no prueba ni la fruta ni la verdura. O viceversa.
En tercer lugar es importante evaluar los efectos positivos de los comedores escolares. A menudo los niños que no son realmente inapetentes encuentran en los comedores, donde ya no son el punto de atención de la familia, el ambiente ideal para observar, reir, conversar y comer sin darle importancia al acto. Pero también pueden ser el lugar donde los que si padecen este trastorno alimentario desarrollen formas peligrosas de alimentación aprovechando el anonimato, aunque estos casos son los menos. Generalmente los comedores escolares son buenos para niños tímidos, y para los glotones así como para cualquier tipo de alumno siempre y cuando el ambiente sea agradable, pero es malo en general para los inapetentes reales.
Finalmente la familia juega un rol importante en el tema de los comedores escolares. No hemos de dar por sentado que lo que aprenda o coma a mediodía nos "libera" de educar en la mesa a nuestro hijo. No vale la pena insistir en el tema de que coma fruta y verdura si preferimos dar platos precocinados para la cena y nosotros mismos no consumimos delante de nuestros hijos productos frescos. Lo que vale para la comida vale para la cena y como única prevención deberemos tener en cuenta lo que ha comido a mediodía para intentar no repetirlo por la noche, más por un tema sensorial que por una necesidad fisiológica, pero que también es importante.
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