Diabetes en la infancia y adolescencia



Hasta hace poco tiempo la diabetes tipo 2 era frecuente en pacientes de cierta edad, sobretodo entre aquellos con estilos de vida sedentarios y exceso de peso. De hecho tan frecuente que se solía llamar "diabetes del adulto" en comparación con la diabetes tipo 1, que se denominaba coloquialmente como  "infantil".

Esta concepción ha cambiado radicalmente en los últimos años y lo que antes era extraño, que un niño o adolescente fuera diabético, ahora es una posibilidad más que plausible.

La diabetes tipo 1 posee un origen genético y en algunos casos viral y consiste, al igual que la de tipo 2, en la nula o poca generación de insulina por parte del páncreas. En el caso de la diabetes de tipo 1 es imprescindible inyectarse insulina de forma externa. 

La insulina es una hormona que avisa a las células de que deben tomar la glucosa que circula en sangre para alimentarse. Por poner un ejemplo, es una especie de llave sin la cual las células "no se enteran" de que deben comer aunque estén hambrientas. Esta "sordera" afecta a cualquier célula del individuo que posee el problema y por tanto los síntomas pueden ser múltiples, afectando a una o varias funciones. Lo malo de la diabetes es que cuando el daño es visible es probable que la afección lleve bastante tiempo afectando al paciente. Es lo que se dice una enfermedad silenciosa.

Los pacientes con diabetes tipo 2 desencadenan el problema con la insulina de un modo diferente. Suelen ser obesos y llevar un modo de vida poco saludable y bastante sedentario. Las células adiposas, las que contienen grasa, desarrollan resistencia a la insulina y el efecto es similar a los pacientes con diabetes tipo 1 : sus células no se alimentan como debieran porque simplemente ignoran las llamadas que reciben para recibir el alimento. 

A diferencia de los afectados por diabetes 1,  en la de tipo 2 no siempre es necesario inyectarse insulina para corregir el problema, bastando con adelgazar y hacer ejercicio o tomar alguna medicación por vía oral.

El por qué los niños y adolescentes desarrollan diabetes tipo 2 a unas edades tan tempranas es por las mismas razones que antaño ocurría en adultos : mala alimentación, obesidad y sedentarismo. No es fácil detectar la diabetes en niños porque es una enfermedad que no se espera a tan corta edad. No obstante hay algunos signos que pueden hacernos levantar sospechas.

El primero de ellos es la acantosis pigmentaria, un oscurecimiento de la piel en zonas de pliegues de la misma. 

Si al niño se le detecta el colesterol alto problemas en la presión sanguínea también debe ser motivo de alarma, no solo por el problema intrínseco que ello conlleva, si no porque podría denotar una diabetes.

El síndrome del ovario poliquístico también puede revelarnos un problema relacionado con la diabetes ya que las personas que lo padecen suelen ser resistentes a la insulina.

Existen otras situaciones que deben elevar el nivel de alerta. Por ejemplo, tener en la familia algún miembro con diabetes tipo 2. Igualmente si durante el embarazo la madre tuvo diabetes gestacional sería un motivo de riesgo. De igual manera algunas etnias son más proclives a padecer la enfermedad.




Hay un problema grave con la diabetes y es que el individuo parece sano pero en realidad no está. Cuando empieza sufrir complicaciones derivadas de la misma, perceptibles para el mismo y su entorno, suele ser cuando la enfermedad está en un estado avanzado. Por todo ello es imprescindible realizar chequeos rutinarios si el niño tiene antecedentes de riesgo - algunos tan sencillos como pedir que el médico realice un simple test extrayendo una gotita de sangre del dedo - y por encima de todo, eliminando todos los factores de riesgo que sean controlables.

La mayoría de los jóvenes son diagnosticados de diabetes cuando alcanzan la adolescencia. La "tormenta" de hormonas que se producen durante la misma dificultan la acción de la insulina (por ejemplo, existe la teoría de que el famoso acné que aparece con dicha edad podría ser una externalización de dicha resistencia a la insulina, aunque sea en modo leve) siendo las niñas quienes son más propensas a adquirir diabetes de tipo 2.

El ejercicio físico es fundamental para prevenir y combatir la diabetes 2 ya que favorece la acción de la insulina. Así mismo es importante reducir la ingesta de azúcar y grasas, incrementado la de fruta y verduras, manteniendo un peso acorde con la estatura y fomentando hábitos poco sedentarios. A veces puede ser algo tan simple como recorrer la distancia al colegio andando en lugar de emplear el vehículo o apuntando al menor a equipos de fútbol, baloncesto o similar donde aparte de hacer ejercicio hará vida social.

Otro problema importante que debe tenerse en cuenta, sobretodo en adolescentes con diabetes tipo 1 (la que requiere inyectarse insulina) es el derivado de no seguir las pautas de administración de la misma. Algunos de ellos descubren que al dejarse de inyectar insulina pierden peso, con lo que consiguen un aspecto físico anhelado por muchos de ellos. Esto es gravísimo y pone en serio peligro sus vidas, así que de modo discreto se debe controlar que continúen con la administración de insulina.

La diabetes tipo 2 en niños y adolescentes puede ser corregida pero se require un replanteamiento del modo de vida. No debe en ningún caso menospreciarse como un mal "menor" porque de menor no tienen nada. De hecho es muy grave, podríamos hablar de plaga, y puede afectar a la salud del individuo cuando alcance la edad madura de manera muy severa.

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