Celiaquía, una posible causa de inapetencia infantil


La enfermedad celiaca es un proceso crónico autoinmune que daña el intestino delgado y por tanto altera la absorción de las vitaminas, minerales y demás nutrientes que contienen los alimentos.

Aunque el público tiende a pensar que la celiaquía es una alergia o una forma de intolerancia al gluten en realidad no tiene nada que ver con ambas. A veces se emplea erróneamente el término “intolerancia al gluten” como sinónimo de celiaquía, si bien la intolerancia tal y como la definimos ante otros alimentos sería más bien “sensibilidad al gluten” en donde los síntomas son idénticos pero no hay atrofia de las vellosidades del intestino ni anticuerpos en sangre. En realidad la celiaquía se trata de un proceso crónico autoinmune provocado por el gluten que puede afectar a cualquier órgano, en algunos casos con suma gravedad. Se comprueba su existencia a través  del daño al intestino y la presencia de anticuerpos en sangre, si bien los síntomas pueden ser muy variados y confusos.

Hace tiempo que se ha desterrado la idea de que la celiaquía afecta únicamente al aparato digestivo. De hecho los anticuerpos que se generan como respuesta anormal a la proteína del gluten son capaces de atacar cualquier órgano y sin un tratamiento adecuado la enfermedad celíaca puede dar lugar a osteoporosis, cáncer, problemas cardiacos e incluso trastornos neurológicos.

El gluten es un conjunto de proteínas que forman parte del trigo, el centeno, la avena y la cebada, así como en cualquier variedad o híbrido de estos cereales. Generalmente sólo está presente en cereales de secano, no así en los de regadío ni tampoco en los pseudocereales. Es una proteína de bajo valor nutricional por lo que no ingerirla no supone merma alguna en la calidad de las dietas. El gluten es totalmente prescindible para nuestro organismo.

Cabría pensar que si no tiene valor nutricional y sólo está contenida en cuatro cereales – importantes, pero sólo cuatro – no debería ser problema para los celíacos llevar una vida normal prescindiendo de los mismos. Por desgracia nada más lejos de la realidad. El gluten tiene una serie de propiedades que lo vuelven “mágico” para la industria alimentaria. Proporciona viscosidad, volumen y espesor, es barato y se puede implementar fácilmente en cualquier tipo de producto que precise tales características, sea alimentario o no. El gluten da volumen al pan de trigo – sin gluten no sería posible que la fermentación esponjara la masa -, pero también es útil para fabricar pasta de dientes, barras de labios, seitán vegano, esparadrapos y hasta pasta de modelar para niños. De hecho está contenido en tantos productos sin que siquiera se le nombre como tal que bien podría decirse que el gluten es el gran contaminante oculto de toda la industria alimentaria.

Otro problema grave es que la celiaquía es muy difícil de diagnosticar. 

Los síntomas clásicos más frecuentes son la pérdida de peso, pérdida de apetito, fatiga, náuseas, vómitos, diarrea, distensión abdominal, pérdida de masa muscular, retraso del crecimiento, alteraciones del carácter (irritabilidad, apatía, introversión, tristeza), dolores abdominales, meteorismo, anemia por déficit de hierro, entre otras muchas. Pero no siempre es así. A veces cursa con diarreas y dolor de barriga mientras que en otros pacientes no hay ningún problema digestivo aparente. Algunos adelgazan y otros engordan. En ocasiones se presentan enfermedades autoinmunes asociadas pero en otros pacientes tal cosa no ocurre jamás.  De esta manera los afectados suelen acudir varias veces a la consulta del médico y si éste no ve un cuadro clásico de sintomatología por enfermedad celíaca  es posible que se vayan a casa con diagnósticos erróneos. 

La existencia de la enfermedad celíaca se puede detectar con la medición de la forma IgA del anticuerpo tTG en sangre  porque se fabrica en el intestino delgado, el órgano donde el gluten provoca la inflamación e irritación. No obstante puesto que la enfermedad toma diversas formas clínicas, unido al hecho de que a veces es asintomática, hace que sólo la biopsia del intestino delgado confirme al 100% la existencia de celiaquía (siempre y cuando no se haya realizado una dieta previa libre de gluten lo que haría que el intestino tuviera un aspecto normal y no se apreciara enfermedad, a pesar de existir).

Esto hace que mucha gente sea celíaca sin saberlo (se calcula que alrededor del 85% lo desconocen).

Tampoco existe ningún tratamiento. Lo único que se puede hacer es llevar una dieta estricta sin gluten lo cual, como se ha dicho, sería aparentemente fácil pero en realidad no lo es por las contaminaciones cruzadas y los inadvertidos usos del gluten en diversos productos. Si el celíaco sigue una dieta estricta en principio el intestino delgado se recuperaría y la absorción de nutrientes sería normal. Por desgracia es tan complicado librarse de las contaminaciones cruzadas que muchos celíacos siguen teniendo el intestino delgado dañado a pesar de creer que su dieta está completamente libre de gluten. Eso limita considerablemente que el organismo se nutra como es debido.

En los niños la falta de diagnóstico es especialmente preocupante ya que sólo se detectan un 10% del total existente. Los síntomas más habituales suelen ser vómitos, diarreas, nauseas, astenia, irritabilidad, distensión abdominal, fallo de crecimiento, introversión y falta de apetito (anorexia). En los adolescentes se producen anemias ferropénicas, menarquía tardía, retrasos en el desarrollo de la pubertad y dermatitis atópica, entre otros muchos síntomas...si existen, porque no es raro que sea asintomática.

Si no hay un diagnóstico claro o se emite sólo para uno o varios de los síntomas confundiéndolos con otras dolencias es fácil adivinar que el niño o el adolescente acudirá muchas veces al facultativo hasta que éste se de cuenta de lo que realmente está ocurriendo. Pueden pasar años hasta que finalmente se concluye que el individuo padece enfermedad celíaca y no es extraño que, como hemos dicho, nunca le sea diagnosticada con todo lo que ello implica de malestar general y posible aborrecimiento de la comida como causante de sus males. De hecho los menores que padecen celiaquía tienen un mayor riesgo de padecer inapetencia infantil durante la infancia y anorexia nerviosa durante la adolescencia.

Es preciso que esteis atentos a cualquier problema del sistema digestivo que de forma persistente el niño alegue a la hora de comer. Es cierto que a veces lo emplean como método para evitar una comida, pero no siempre es así. El diagnóstico previo de la enfermedad celíaca, a pesar de los problemas que plantea, es fundamental tanto para asegurar un crecimiento acorde a su edad y para la aceptación de la comida, así como para evitar a largo plazo enfermedades  muy graves que afectan a individuos adultos que nunca fueron diagnosticados – entre otras las cancerígenas - o que a pesar de haberlo sido han seguido una dieta no del todo libre de gluten.

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