
La situación, de por sí gravísima, es doblemente grave en el caso de los niños. Un adulto posee reservas suficientes en su organismo para soportar largos periodos de escasez. Esto no ocurre con los más pequeños de la casa que necesitan aportes diarios de alimentos para mantener el metabolismo de sus cuerpos y su tasa de crecimiento. Si la comida escasea o es de mala calidad el cuerpo prescinde del crecimiento para centrarse en la supervivencia mínima.
Siguiendo aquel viejo dicho de "cuando veas las barbas de tus vecinos cortar..." no estaría de más revisar el estado alimentario de la población escolar española. Con 5.2 millones de desempleados mucho me temo que se darán o ya se están dando casos similares. Espero que el orgullo nacional mal entendido, por no mostrar de forma más patente la vergüenza de haber caído al fondo de un pozo, no prive a muchos niños de las necesidades más básicas cuyas consecuencias pagarán ellos y todos nosotros en un futuro no tan lejano.
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