Los niños tienen tendencia a marearse
cuando viajan en un vehículo sobretodo desde los 2 hasta los 12 años
de edad. A partir de esa edad este problema tiende a remitir aunque
en ocasiones persiste a lo largo de la vida del sujeto. Por debajo
de los 2 años de edad es muy difícil que aparezca.
El mareo ocurre porque la información
de movimiento recogida por la vista no se corresponde con la
sensación de aceleración que perciben nuestros oídos ni con las
informaciones que se reciben desde nuestros músculos y huesos y que
se envían al cerebro. Aparentemente estamos sentados sin realizar
movimiento alguno pero el oído y el sistema motor detectan la
aceleración o desaceleración del vehículo, así como cualquier
movimiento brusco que realice. En un coche notaremos el trazado de
una curva, un bache en la carretera, un frenazo brusco etc. En un
barco el oleaje, el viraje. En un avión el despegue, la
desaceleración necesaria para el aterrizaje...
Toda esta información es enviada al
sistema nervioso central y el cerebro es el que detecta que hay algo
que no le cuadra : los ojos dicen que estamos parados pero el resto
de órganos detectan movimiento. El cerebro empieza a enviar órdenes
'extrañas' y el oído, donde reside nuestro equilibrio, no es capaz
de responder de forma adecuada. En ese punto es en el que aparece el
mareo cinético o cinetosis. Por la misma razón si cerramos los
ojos, al anular la principal fuente discordante de datos, el mareo se
mitiga.
Los síntomas de la cinetosis son
diversos, pero los más habituales son la sensación generalizada de
malestar, sudoración, palpitaciones, nauseas y vómitos. Vomitamos
porque los síntomas que presentamos al cerebro le parecen similares
a los de una intoxicación alimentaria y por tanto nos hace eliminar
el contenido del estómago para prevenir que el posible agente que
nos ha envenenado cause serios daños internos. Es una reacción
instintiva que hemos heredado de nuestros remotos antepasados
homínidos con objeto de protegernos de posibles venenos contenidos
en los alimentos nuevos que probaban.
La cinetosis provoca inapetencias leves
transitorias en los menores y también en adultos. Si el menor ha
llegado a vomitar no debemos en ningún caso forzar la ingesta de
comida al menos hasta que el malestar desaparezca completamente.
Existe la creencia de que si el menor ha vomitado la comida
previamente ingerida ésta debe ser repuesta a la mayor brevedad
posible, que es como si no hubiera comido en realidad. Esto es algo
erróneo y puede provocar un segundo vómito empeorando el estado del
niño.
Si el menor es muy propenso a padecer
cinetosis y además sufre inapetencia leve deberemos limitar los
trayectos en vehículos. Las excursiones deberán ser preferiblemente
sólo de mañana o tarde. Si ello no es posible al menos evitaremos
que las comidas, especialmente si van a ser copiosas, antecedan o
sucedan de forma inmediata a los desplazamientos. Si el niño se
marea y además es inapetente, es muy posible que el día en que se
junten ambas dolencias la ingesta sea imposible.
Otro error es no dar de comer al niño
pensando que si no hay comida en el estómago y no se puede vomitar
es que no existe mareo. El mareo, si ha de producirse se producirá
igual, tenga como consecuencia que el niño vomite o no. A los
progenitores nos parece que el vómito es la manifestación máxima
del mareo en un vehículo, pero no es así ya que en realidad es el
malestar generalizado el síntoma más desagradable. Lo mejor ante la
previsión de un viaje es comer ligero, pero no ir de vacío. Si el
estómago está vacío las arcadas serán mucho más fuertes y
molestas porque el cerebro seguirá pensando que hay un tóxico a
eliminar que por alguna razón no es expulsado. El niño se agotará
intentando expulsar aquello que no existe y el malestar se
incrementará de forma notable.
¿Qué debemos hacer para evitar que
nuestros hijos se mareen? A continuación os damos algunas pautas a
seguir si el niño padece cinetosis, independientemente de si es
inapetente o no.
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Como se ha dicho anteriormente, evitad las comidas copiosas al igual que ir con el estómago vacío.
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Es preferible que fije la mirada en un punto tan lejano como sea posible. Puede ser el pico de una montaña o un hito de la carretera. Es mejor que mire a través del parabrisas delantero del coche pero si lo hace por las ventanillas laterales que siga el consejo anterior. Para que mire por la ventanilla delantera deberemos fijar la silla en la zona intermedia de los asientos traseros. De esta manera tendrá enfocado de forma natural aquello que acontece entre los asientos delanteros. Debéis consultar si tal disposición es posible de acuerdo a la normativa de seguridad de cada país y los sistemas de anclaje del vehículo lo permiten. Si el niño tiene la edad adecuada según la legislación de cada país, deberá ir en el asiento del copiloto.
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Mientras se duerme es difícil – pero no imposible - marearse puesto que el sentido más discordante, la vista, queda anulado. Si vais a realizar un trayecto largo lo mejor es elegir unas horas del día en que estéis seguro de que el menor va a dormir la mayor parte del tiempo.
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Parad a menudo, a pesar de que el niño no muestre síntomas de mareo.
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Realizad una conducción suave, evitando las acelaraciones repentinas y las frenadas bruscas.
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Revisad el itinerario de antemano y elegid siempre la ruta con menos curvas.
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En determinados vehículos, sobretodo trenes y barcos, es necesario que los menores se sienten en el sentido de la marcha. De esta manera las sensaciones que se reciben a través de los sentidos son menos contradictorias. En el barco es preferible viajar en la cubierta – o estar el mayor tiempo posible en la misma -. En los aviones elegiremos para ellos los asientos que están sobre las alas y en al autocar/autobús los más cercanos al conductor, siempre en el sentido de la marcha.
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Los niños deben ir en sillas especiales tal y como obliga la normativa de tráfico de cada país. Está totalmente prohibido que se mueva libremente dentro del coche por razones obvias de seguridad y porque se marearía más facilmente (algo que ocurre sin embargo en barcos, trenes y aviones donde durante la mayor parte del desplazamiento es posible moverse libremente por la zona de pasajeros).
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Es preferible no fijar la vista en algo cercano como puede ser un cuaderno de dibujo, un teléfono móvil o una tablet.
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Entretened a los niños con conversación o juegos que no requieran la atención hacia el exterior (adivinanzas o similar).
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No forcéis al niño a comer después de un mareo, sólo conseguiréis que se sienta peor.
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Si el niño ha vomitado vigilad que no se produzca una deshidratación.
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Ventilad bien el interior del vehículo permitiendo la entrada de aire del exterior. Los olores fuertes pueden ayudar a provocar una situación de mareo.
Supongo que ya sabéis que existen
ayudas farmacológica para evitar el mareo. No soy partidario de las
mismas porque provocan, como cualquier medicamento, efectos
secundarios. Los fármacos más habituales están basados en el
dimenhidrinato, la cinariza y otros cuya función es disminuir la
reactividad del laberinto o aparato vestibular (oído interno).
Se ha de seguir de forma estricta las
indicaciones que haga el pediatra sobre el uso de estos medicamentos
así como la posología y edad mínima recomendada que indique éste
o el fabricante. Uno de los efectos secundarios más notorios es la
somnolencia por lo que se suelen recetar combinaciones del fármaco
con cafeína. Otro efecto secundario puede ser la falta de apetito,
con lo que los niños inapetentes van a tener un doble handicap. Los
fármacos anti mareo se pueden presentar como solución líquida o
pastillas, y cuando el niño es mayor de 6 años se le puede
proporcionar en formato chicle.
Respecto a si es bueno dotar al vehículo
con DVD y pantalla instalada en la parte trasera de los asientos
delanteros para que los niños se distraigan hay opiniones
contradictorias. Algunos progenitores detectan que los niños se
marean igual o más con los mismos mientras que otros detectan
mejoras.
Extraído de libro "Inapetencia Infantil" de Xavier Molina, 2017
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